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Caso cerrado. La nueva colección de Hulka, a cargo de Charles Soule, Javier Pulido y Muntsa Vicente, ha tenido una efímera vida de apenas 12 números. Esta etapa de las aventuras de la abogada verde de Marvel se cierra con ‘Hulka: Desorden en la sala‘, segundo y último volumen recopilatorio publicado por Panini Cómics en España. Tras un inicio tan prometedor en su planteamiento como decepcionante en su desarrollo (ver reseña de ‘Hulka: Ley y desorden‘), la serie ha logrado remontar el vuelo al acercarse a su conclusión. Sin embargo, sigue flotando en el aire una cuestión: ¿Hay sitio para la maravilla y la transgresión en la ‘nueva ola’ de La Casa de las Ideas?

‘Hulka: Desorden en la sala’ tiene como gran baza la historia en tres partes ‘Los viejos tiempos’. En ella, la abogada esmeralda recibe el difícil encargo de defender a un envejecido Capitán América, sobre el que recae una acusación de muerte por neglicencia ocurrida seis décadas atrás. El caso obligará Hulka y a su equipo, formado por Gata Infernal como investigadora y la misteriosa  ayudante Angie Huang, a desplazarse hasta San Francisco. Allí descubrirán que el juicio va a ser más complicado de lo que parecía, ya que el letrado encargado de la acusación es ni más ni menos que Matt Murdock, el hombre tras la máscara de Daredevil. Esta trama, que se va desgranando conforme avanza el proceso judicial, tiene misterio, emoción, trasfondo y la dosis justa de desenfado.

El tomo arranca con una historieta en la que Soule pone a prueba la relación de confianza entre Hulka y Gata Infernal, con Hank Pym, el Hombre Hormiga, como propiciador de la acción. Se cierra con un enfrentamiento entre Hulka y su eterna e inevitable rival, Titania, que sirve para darle a esta etapa un digno aunque algo deslavazado colofón.

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En cualquier caso, la colección encuentra en esta segunda mitad su tono. Probablemente, con un poco más recorrido, habría despegado definitivamente y deparado buenos momentos. Soule afina la escritura y cuenta con la ventaja de que ya no se separa en este tramo del limpio dibujo de Javier Pulido y del vivo color de Muntsa Vicente. El guionista deja caer en los extras finales que, si bien defiende a Ron Wimberly como sustituto del español durante un par de números, ese cambio de dibujante rompió en cierta manera la continuidad de la colaboración. Siguen empañando el trabajo de Pulido sus páginas dobles, en las que la distribución de las viñetas puede llevar al error en el orden de lectura.

Ya completa, se puede valorar mejor esta etapa de Hulka. En su haber, es un tebeo fresco, simpático y entretenido. En su debe… Es solo un tebeo fresco, simpático y entretenido. Marvel es una gran empresa del ‘entertainment’, una pieza más de un conglomerado multimillonario de ocio familiar, por lo que no va a meterse en berenjenales. Pero claro, cuando te ofrecen colecciones de apariencia innovadora o rompedora, cabe esperar por lo menos algunas dosis de transgresión, osadía y maravilla. Aunque sea dentro de un orden. La sensación (y lo dice alguien con una visión muy parcial y limitada del Universo Marvel) es que toda esta ‘nueva ola Marvel’  ha avanzado en la forma y se ha estancado en el contenido.